La Epilepsia representa un problema de salud mundial, pues según reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un estimado de 50 a 69 millones de personas le padecen.

Es considerada tan antigua como la humanidad misma y uno de los trastornos del Sistema Nervioso Central (SNC) más frecuentes.
De significación se debe mencionar la afectación en la esfera psicológica y social de los pacientes que le padecen, pues estos se encuentran entre los más vulnerables de cualquier sociedad, relacionados con el estigma particular que lleva consigo esta enfermedad, el cual se ha trasmitido por generaciones a través de milenios.
Las personas que padecen de epilepsia, experimentan un comportamiento discriminatorio en muchos ámbitos de la vida, con una comorbilidad psiquiátrica asociada, todo lo cual implica que se le considere como una patología compleja, con consecuencias sociales, psicobiológicas y económicas.
Esta enfermedad, a su vez, puede comprometer de forma importante la calidad de vida de quien la padece, pues en muchos casos afecta, aunque de forma variable; el estado emocional, la conducta, el funcionamiento social y cognoscitivo.
Desde la antigüedad, en las primeras descripciones de la enfermedad epiléptica se le relaciona con alteraciones de conducta, del pensamiento y del humor.
La Liga Internacional Contra la Epilepsia (ILAE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1973 definieron la Epilepsia como una afección crónica y recurrente de crisis paroxísticas, desencadenadas por descargas eléctricas anormales que tienen manifestaciones clínicas variadas de origen multifactorial y que se asocian a trastornos paraclínicos que se presentan de manera no provocada.
Treinta años más tarde, la definición conceptual de epilepsia, según el informe del grupo de trabajo de la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) del 2005, precisa lo siguiente:
Trastorno cerebral que se caracteriza por una predisposición continuada a la aparición de crisis epilépticas y por las consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales de esta enfermedad. La definición de epilepsia requiere la presencia de al menos una crisis epiléptica.
Recientemente (2014) se ha publicado por un grupo de expertos de la ILAE, la definición clínica operativa (práctica) de esta enfermedad:
Se considera que la epilepsia es una enfermedad cerebral que se define por cualquiera de las siguientes circunstancias:
1. Al menos dos crisis no provocadas (o reflejas) con >24 horas de separación.
2. Una crisis no provocada (o refleja) y una probabilidad de presentar nuevas crisis durante los 10 años siguientes, similar al riesgo general de recurrencia (al menos 60 %) tras la aparición de dos crisis no provocadas.
3. Diagnóstico de un síndrome de epilepsia.
Acorde a estos criterios, presenta epilepsia un paciente que ha sufrido una crisis y cuyo cerebro, por el motivo que sea, muestra una tendencia patológica y continuada a sufrir crisis recurrentes con consecuencias biológicas, cognitivas, psicológicas y sociales.
En efecto, existe consenso de que la incidencia de los trastornos neuroconductuales es más alta en pacientes con epilepsia, que en la población general y muchos autores establecen una relación entre estos trastornos y la epilepsia parcial compleja del lóbulo temporal.
Factores relacionados entre la epilepsia y los trastornos de conducta
Múltiples factores biológicos y psicosociales interactuando, determinan el riesgo para el desarrollo de psicosis esquizofreniformes, depresión mayor y trastornos conductuales en pacientes con epilepsia.
A pesar de ser frecuentes e importantes, los trastornos mentales están subdiagnosticados en los pacientes con esta enfermedad, cuyas causas suelen ser: tendencia a minimizar los síntomas; dificultad para el reconocimiento de síntomas inusuales, atípicos en la población con epilepsia; tendencia por parte de los pacientes a minimizar las quejas por temor a ser discriminados y temor a que los psicofármacos disminuyan el umbral convulsivo.
La asociación entre epilepsia y la psiquiatría tiene una larga historia. El abordaje tradicional al cuidado de la epilepsia ha sido dirigido a las crisis y su tratamiento. Sin embargo, este solo ocupa una pequeña proporción en la afectación del paciente con epilepsia y su calidad de vida. Sackellares y Berent consideraron que un adecuado cuidado del paciente con epilepsia requiere «atención a las consecuencias psicológicas y sociales tanto como al control de las crisis».
Frecuencia de los trastornos psiquiátricos en los pacientes con epilepsia
DEPRESIÓN PSICOSIS ANSIEDAD
Los síntomas psiquiátricos característicos del síndrome neuroconductual en la epilepsia tienden a ser distinguidos por ser atípicos, episódicos y pleomórficos.
Se estima que entre 20-30% de los pacientes con epilepsia tienen trastornos psiquiátricos.
De los pacientes con crisis parciales complejas intratables, 70 % puede tener 1 ó más diagnósticos, incluidos en el Manual de Diagnóstico y Estadística de los trastornos mentales, tercera edición revisada (DSM-III-R); 58% de estos pacientes tiene una historia de episodios depresivos, 32% tiene agarofobia sin pánico u otros trastornos de ansiedad y 13% tienen psicosis.
El riesgo de psicosis en pacientes con epilepsia puede ser de 6-12 veces más que la población general, con una prevalencia de alrededor de 7-8%; en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal refractaria al tratamiento, la prevalencia ha sido reportada en un rango de 0-16%.
Las condiciones psiquiátricas en epilepsia más comunes son la depresión, la ansiedad y la psicosis.
Fuente: Psychiatric disorders associated to the epilepsy. Juan E. Bender del Busto, Liuba Hernández Toledo, Liván Rodríguez Mutuberría yKiomi Menéndez Imamura. Revista Habanera de Ciencias Médicas versión On-line ISSN 1729-519X. Rev haban cienc méd vol.15 no.6 La Habana nov.-dic. 2016